Cuando nuestros peques crecen, solemos ir prestando atención, cada vez más, a las muestras de inteligencia y habilidades que el pequeño va ofreciendo. Una preocupación típica suele ser el lenguaje.

Los niños que, al parecer, crecen con normalidad, pueden padecer de algún retraso en el lenguaje que puede ser debido a una serie de trastornos totalmente diferentes entre sí.

Pero ¿Cuándo se puede considerar que nuestro niño padece de un retraso en el lenguaje?

Debemos tener en cuenta que, el lenguaje, es adquirido de forma evolutiva y está asociado con la madurez del pequeño.

«Un niño presenta retraso en el lenguaje cuando, desde el punto de vista cuantitativo (cantidad de vocabulario) o cualitativo (diferentes áreas del lenguaje), está por debajo de la cifra media de los niños de su edad.

Si tenemos en cuenta la edad del niño, el retraso en el lenguaje se produce cuando el niño llega a la edad de un año y medio y no dice ninguna palabra, o cuando a los 2 años de edad no consigue unir dos palabras para formar frases sencillas, o no muestra Intención de comunicarse con los demás ya sea verbalmente o mediante gestos.» – vía María José Ortí Muñoz (Logopeda)

Antes de asustarnos y buscar soluciones, debemos tener en cuenta que, previamente, hemos de realizar una serie de pruebas para descartar otros problemas paralelos. Es por ello que, para hablar de un trastorno del retraso del lenguaje, debemos descartar una serie de criterios, mediante un diagnóstico diferencial. Estos criterios son:

  • La No existencia de deficiencia auditiva.
  • La No presencia de trastorno neurológico.
  • Un Cociente Intelectual (CI) superior a 80.
  • La No existencia de otras áreas del desarrollo afectadas como la memoria, ritmo, motricidad, y similares.

Cuando el retraso del niño aparece sólo en el habla nos encontramos con algunas características que pueden ser observadas en esos casos:

  • Alteración en el orden de las sílabas (ejemplo: cocholate por chocolate).
  • Asimilación de consonantes (ejemplo: fufanda por bufanda).
  • Ausencia de grupos consonánticos (ejemplo: bubuja por burbuja).
  • Sustituciones (ejemplo: pistina por piscina).

De todas formas, ante cualquier indicio de posible retraso en el lenguaje, es conveniente siempre acudir al pediatra. Él deberá derivar al pequeño a una serie de especialistas que, mediante pruebas y revisiones, podrán determinar la causa exacta de ese retraso en el habla.

Ante estos casos, la labor del padre y la madre es fundamental. La estimulación del lenguaje comienza en casa y continúa en el colegio. Dediquémosles todos los días un tiempo de charla en familia. Esto ayudará, no sólo a mejorar su lenguaje, sino a crear lazos de unión con todos los integrantes de la familia.

Fuentes:

GuíaInfantil

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