Publicación 12-04-2018
Sólo hay una etapa de la vida en la que disfrutas haciéndote mayor: la adolescencia. Los adolescentes están deseando que llegue el día en que puedan dejar de pedir permiso para todo y tomar sus propias decisiones.
Pero, a menudo, lo que para ellos es una de las mejores etapas de su vida, para los padres es una de las más difíciles. Comprender sus inquietudes y a la vez preocuparse para que no cometan errores suele ser una tarea bastante complicada y difícil de afrontar.
Por ello, es esencial conocer hasta dónde es posible dar libertades, sin descuidar su bienestar.
- La empatía: saber ponerse en su lugar es fundamental para lograr esa conexión. Darles pequeñas dosis de libertad, dentro de unos límites, no sólo les hará sentir más responsables, también es un gesto de confianza que agradecerán ahora y en el futuro.
- Herramientas para su independencia. La clave está en proporcionarles los recursos necesarios para crecer de forma más independiente, educarlos y aconsejarlos, sin imponer normas demasiado restrictivas ya que, en la mayoría de los casos, conseguiremos sentimientos de rechazo y actos de rebeldía, afectando negativamente a la convivencia familiar.
- Confianza. La formación genera confianza y es ésta, precisamente, la base fundamental del proceso educativo de los hijos. Cuando se ha educado con firmeza y cariño desde las primeras edades, los padres adquieren esta herramienta la cual les permite confiar en sus hijos, y viceversa. Con ello se genera la oportunidad de negociar lo que es negociable, situación que favorece la relación paternal, ya que el adolescente se siente importante y escuchado en el momento de la toma de decisiones. De esta manera, se desarrolla en su subconsciente un sentimiento de culpa al fallar a esa confianza depositada por los padres, favoreciendo la sinceridad. No obstante, la confianza no es sólo una actitud que han de demostrar de los padres, es también un estímulo que los hijos deben ganarse demostrando buen comportamiento y respeto.
- La prudencia. Esta cualidad, aplicada a la educación del adolescente, invita a los adultos a respetar las características y necesidades del joven. Un caso práctico sería, por ejemplo, cuando el joven desea estar solo, o cuando no quiere hablar, cuando ríe a carcajadas o cuando llora hasta la extenuación. Por eso es un error burlarse del hijo adolescente o hablar de él delante de otras personas, generándole así sensaciones de inseguridad y malestar.
- Motivarles a tomar decisiones. Los padres deben permitir e incentivar a que ellos tomen algunas decisiones teniendo en cuenta su edad y nivel de dificultad que está dispuesto a asumir, con el fin de que vayan formando conciencia de las consecuencias de sus actos así como la importancia de pensar antes de actuar.
Ser más permisivo y motivar su independencia no es tarea fácil, menos aún cuando nuestro hijo padece algún tipo de discapacidad auditiva, por muy leve que ésta sea. Por eso, es sumamente importante contar con el apoyo de médicos y especialistas en audiología infantil y juvenil, así como con el asesoramiento de entidades que puedan facilitar la comprensión de las necesidades del joven.
Fuentes:
gaes junior y lafamilia.info