Los beneficios de las áreas verdes y azules en el desarrollo de los niños

Según un estudio realizado en Centro de Investigación y Epidemiología Ambiental de Barcelona, los entornos naturales reducen el impacto de la contaminación, y con ello, aumentan las capacidades de la memoria. Además concluyó que la existencia de áreas verdes cerca de los colegios mejora el desarrollo cognitivo de los niños.

Otro estudio demostró que los espacios verdes y azules se asocian con una mejor salud mental en los niños. Ahora investigadores del CREAL, centro aliado ISGlobal, confirman que estos espacios naturales tienen un impacto positivo en el desarrollo del comportamiento infantil. En general, estimaron asociaciones beneficiosas entre los indicadores de comportamiento y un mayor tiempo dedicado a espacios verdes y playas (área azul), y con las zonas verdes alrededor de la residencia.

Hasta ahora, la exposición a espacios naturales al aire libre se ha asociado con beneficios para la salud, como un mejor desarrollo cognitivo y un mejor bienestar mental y físico, pero pocos habían explorado el impacto de la exposición a entornos naturales durante la infancia en la salud mental y la vitalidad en la edad adulta. Pero los estudios sobre espacios verdes -jardines, bosques o parques urbanos- son más abundantes que en el caso de los espacios azules -canales, estanques, arroyos, ríos, lagos o playas-.

Según publicó El Mercurio de Calama, los investigadores españoles descubrieron «que cada grado de aumento del verdor en el entorno llevó a un 5% de mejora en el desarrollo de la memoria de corto plazo y en la de trabajo durante un periodo de un año.

Es decir, los investigadores encontraron que más tiempo de permanencia en los espacios verdes y azules se asocia con la reducción de una serie de problemas emocionales y de comportamiento en los escolares.

Este estudio utilizó los datos de 2.111 niños en edad escolar (7-10 años) de 36 escuelas de Barcelona que participan en el proyecto Breathe. Obtuvieron datos sobre el tiempo que pasó en los espacios verdes y playas, cuestionarios de fortalezas y debilidades realizada por los padres, y los cuestionarios de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH / DSM-IV) realizado por los profesores.

El verdor que rodea a los niños se obtuvo con el Índice de Vegetación Normalizado (NDVI) en distancias de 100m, 250m, 500m y alrededor de cada domicilio. La proximidad a los espacios verdes se definió como vivir a unos 300 metros de un espacio verde importante. Los datos sobre el tiempo de permanencia en los espacios verdes y azules se recogieron mediante cuestionarios.

Otro dato a destacar es que también mejoró en un 6% el desarrollo de la ‘memoria superior de trabajo’, que es la capacidad de actualizar recuerdos cambiando la información. Redujo, además, la falta de atención.

Un análisis computacional sugirió que el carbono del humo del tránsito vehicular podría tener un efecto muy significativo en estos datos. Los investigadores españoles aplicaron pruebas de desempeño mental a 2.593 niños de siete a diez años que asistían a 36 escuelas primarias de Barcelona. Los tests se repitieron cada tres meses por un periodo de un año.

Es importante destacar que, según explicaron los autores, los cerebros de los niños se están desarrollando rápidamente, al igual que sus capacidades mentales, por ello es importante hacer incidencia en estos espacios.

Una tarde en el río, jugar en la playa o hacer caminatas de otoño por la ribera del lago tienen un efecto profundo en los niños y pueden conducir a una mayor sensación de bienestar, la exposición a 'espacios azules' tiene beneficios de por vida en el desarrollo de los niños y niñas. Según otro estudio científico reciente del Centro Europeo para el Medio Ambiente y la Salud Humana de la Universidad de Exeter de más de 15.000 participantes en 18 países diferentes (cuatro de ellos no europeos: Hong Kong, China, Canadá, Australia y California, Estados Unidos), a través de una encuesta: Encuesta Internacional BlueHealth, BIS, publicado en el Journal of Environmental Psychology.

Los expertos descubrieron que la exposición a espacios azules, como costas, ríos y lagos, cuando eran pequeños hizo que volver a visitar espacios azules en la edad adulta fuera más probable, ya que estos adultos mostraban una mayor familiaridad y valoraban más los entornos naturales.

“En el contexto de un mundo cada vez más tecnológico e industrializado, es importante comprender cómo las experiencias de la naturaleza en la infancia se relacionan con el bienestar en la vida posterior”, explica Valeria Vitale, autora principal del trabajo y candidata a doctorado en la Universidad Sapienza de Roma.

“Nuestros hallazgos sugieren que generar familiaridad y confianza en y alrededor de los espacios azules durante la infancia puede estimular una alegría inherente de la naturaleza y alentar a las personas a buscar experiencias recreativas en la naturaleza, con consecuencias beneficiosas para la salud mental de los adultos”, continúa la experta.

Los resultados concluyeron que aquellos que pasaban más tiempo en las áreas azules tendían a valorar los entornos naturales y los visitaban más a menudo como adultos, como consecuencia, estas personas informaron tener una mejor salud mental en la edad adulta que aquellas que tuvieron un contacto mínimo con los espacios azules cuando tenían poca edad.