Publicación 22-09-2019
Es posible que nuestro hijo considere leer como una obligación escolar más o como un trabajo. Pero suele ser normal cuando, a lo largo de su infancia, no han logrado adquirir una rutina saludable de lectura que los mantenga atentos a los libros.
A pesar de ello, es posible llegar a convencerlos, sin forzar, de que la lectura también puede ser un verdadero placer, muy alejado de lo que ellos creen inicialmente.
La adolescencia es una época complicada para toda la familia, no sólo para el joven, pues es cuando el niño pasa a ser adulto y forja por completo su personalidad. Por eso es importante inculcarle, de forma amena y sin que sea una obligación, el sano y entretenido hábito de la lectura.
La lectura es diversión
Es probable que nuestro hijo no lea las obras completas de Baroja y no se pase los fines de semana encerrado en la habitación, enfrascado en la lectura, pero seguramente lee revistas, cómics, las páginas y blogs de internet en los que entra y, aunque esté lejos del ocio, también lee en clase y maneja los manuales escolares. ¿Y nosotros?, ¿tenemos costumbre de leer? Si está en un entorno en el que nadie lo hace, el niño tiene menos tendencia a la lectura, es por ello que se recomienda dar el ejemplo con nuestras propias rutinas.
Demostrarle al joven que la lectura es interesante, pasa también por mostrárselo con hechos. Conversar sobre el libro que se está leyendo delante de él, puede ser motivo suficiente como para que suscite interés.
La lectura como obligación
A veces, la conminación a la lectura es tan grande, que tiene un efecto paralizante y bastante negativo en el joven. Para muchos adolescentes, la lectura es un trabajo duro, una obligación impuesta por el colegio o por los padres que, obsesionados, insisten en exceso. Nuestro hijo presenta a menudo fichas de lectura a los profesores, de modo que no le impongamos libros, porque puede acabar apartándose de ellos.
El interés por la lectura, ha de venir de forma natural. Ha de darse fluida y no impuesta, porque es la forma en la que ellos lo percibirán como una opción más de su ocio.
Informarse y divertirse con la Lectura
Como adultos y padres, no debemos penetrar en ese espacio íntimo que puede llegar a ser la lectura. Simplemente tenemos que hacer comprender a nuestro hijo que los libros pueden aportar una respuesta a sus preguntas (sexualidad, amor, temor a la muerte y similares), y enseñarle también hasta qué punto la lectura puede ser un placer. Para convencerlo, se requiere paciencia y comunicación, además de dar ejemplo, claro está.
¿Qué hacer si nuestro hijo no lee?
Lo primero que debemos entender es que no sirve de nada forzarlo, al contrario, podemos empeorar las cosas. Estos consejos pueden ayudaros a inculcarle el gusto por la lectura:
- La literatura juvenil, todo un placer: Los libros son objetos de la vida cotidiana que no pueden estar en un altar, sin poder usarlos ni hojearlos. Debemos facilitar que nuestros hijos accedan a ellos. Hay que hacerles comprender que la lectura no es sólo una obligación escolar. También puede ser un placer y una maravillosa distracción. Si el adolescente se sumerge en un cómic o en un libro de su infancia, no deberemos realizar comentarios como “ya eres demasiado mayor para leer ese tipo de libros”. ¡Lo principal es que lea! Propongámosles temas que les interesen. La literatura juvenil actual es muy variada y de calidad. Seguro que hay un libro para él o ella en algún lugar de las casi infinitas estanterías físicas o digitales.
- Bibliotecarios y librerías que aconsejan bien: Si nuestro hijo no sabe qué leer y a nosotros no se nos ocurre qué ofrecerle, dejemos que un bibliotecario o un librero especializado aconseje a nuestros jóvenes. Están acostumbrados y seguro que encontráis juntos una obra que le guste.
- Cualquier ocasión es buena: Las vacaciones son propicias para zambullirse en la lectura, porque no hay límite de tiempo ni horarios tan flexibles. Si nuestro hijo se aburre, propongámosle que lea una horita algo que pueda resultar de su interés. Si el libro le gusta, el tiempo se le pasará volando. Ofrezcámosle obras breves, de inicio: recopilaciones de relatos temáticos o, simplemente, novelas cortas que puedan ser muy activas y de fácil lectura, algo simple y dinámico. Para compartir un rato con nuestro hijo adolescente, también podemos, por ejemplo, ir escuchando en el coche libros leídos por actores profesionales o audiolibros variados.
- Nunca es demasiado tarde para empezar a leer: No dramaticemos: que nuestro hijo no lea ahora, no significa que no vaya a leer nunca. Muchos escritores confiesan que, cuando eran jóvenes, no leían y, sin embargo, sus vidas dieron un giro que los convirtieron en escritores de relativa importancia. Lo importante es encontrar el libro adecuado para nuestro adolescente, algo que clame a su ser, a su personalidad. Seguro que lo consigue, con nuestra ayuda o la de un profesor, un amigo, incluso un librero. Sólo debemos tener algo de paciencia.
Recordemos, además, que, hoy en día, hay mucha más variedad de libros que en nuestra infancia, ¡hay infinidad de relatos que pueden enamorar a nuestros jóvenes!
¡No perdamos la esperanza!
Fuentes: