Publicación 05-08-2019
La leche materna es el mejor alimento que un bebé puede consumir durante los primeros seis meses de vida, pues le proporciona prácticamente todas las proteínas, azúcar y grasa que el bebé necesita para estar saludable.
Además de ello, contiene muchas sustancias que benefician su sistema inmunitario, incluyendo anticuerpos, factores inmunológicos, enzimas y glóbulos blancos. Estas sustancias protegen al bebé contra una amplia gama de enfermedades e infecciones, como las infecciones de oído, y no sólo en el período de lactancia materna sino en muchos casos mucho tiempo después de haber dejado de lactar. La leche de fórmula no ofrece esta protección.
Si la madre sufre de algún resfriado mientras está lactando, por ejemplo, es muy probable que transmita los gérmenes del resfriado al bebé, pero los anticuerpos que produce su cuerpo para combatir el resfriado también se transmitirán a través de la leche. Estos anticuerpos ayudarán al pequeño a combatir los gérmenes del resfriado de manera rápida y eficaz y posiblemente evitarán completamente el desarrollo de dicha enfermedad.
Esta defensa contra enfermedades disminuye considerablemente la posibilidad de que el bebé padezca de infecciones del oído, otitis, vómitos, diarrea, neumonía, infección de las vías urinarias o determinados tipos de meningitis espinal. Los bebés menores de un año de edad que habían sido exclusivamente amamantados al menos cuatro meses, tenían menos probabilidades de ser hospitalizados por una infección del tracto respiratorio inferior, tal como crup, bronquiolitis o neumonía, que los bebés alimentados con leche de fórmula. Incluso los bebés en programas de grupos de cuidado infantil, que tienden a contagiarse más de gérmenes debido a la cercanía entre estos, tienen menos posibilidades de enfermarse si se alimentan con lactancia materna o con leche materna en un biberón.
Todos los humanos tenemos una gran cantidad de bacterias que viven en nuestros intestinos. Algunas bacterias tienen funciones normales y saludables y algunas pueden ocasionar síntomas tales como diarrea. La leche materna estimula el crecimiento de bacterias saludables en el tracto intestinal del bebé. Le ayuda a promover un entorno generalmente saludable, en parte, gracias a sustancias llamadas prebióticos, que se encuentran en la leche materna.
Dado que la leche materna estimula el crecimiento de estas cepas de bacterias «amigables», otras bacterias como el E. Coli, que con más frecuencia ocasionan enfermedades, son inhibidas del crecimiento, multiplicación y adherencia al recubrimiento del intestino, donde pueden provocar una infección. Se ha comprobado que los bebés que se alimentan con leche de fórmula tienen índices más altos de enfermedades diarreicas con posterior consulta médica y tratamientos hospitalarios.
Protección frente a las alergias
En relación a la prevención de alergias, existe evidencia de que la lactancia materna protege a los bebés que nacen en familias con un historial de alergias, en comparación de los bebés que son alimentados con leche de fórmula estándar a base de leche de vaca o leche de fórmula de soja. En estas familias «en riesgo», los bebés alimentados con leche materna por lo general tienen menor riesgo de sufrir alergias a la leche, dermatitis atópica (conocida comúnmente como eccema) y sibilancia en los primeros años de vida, si se alimentan exclusivamente con leche materna al menos por cuatro meses.
Los componentes inmunes en la leche materna proporcionan protección contra estas enfermedades alérgicas. Aunque los beneficios a largo plazo que tiene la lactancia materna en relación con las alergias no son muy claros y los estudios no han evaluado detenidamente el impacto en las familias sin historial médico de alergias, se recomienda exclusivamente la lactancia materna como la elección de alimentación para todos los bebés hasta los seis meses de edad.
Protección frente a otras enfermedades
La transferencia de los anticuerpos de la leche materna y otras sustancias inmunológicas también puede explicar por qué los niños que son alimentados con leche materna por más de seis meses son menos propensos a desarrollar leucemia aguda infantil y linfoma que aquellos que recibieron leche de fórmula.
Además, los estudios han demostrado una disminución del 36% (algunos estudios muestran una disminución del 50%) del riesgo del síndrome de la muerte súbita del lactante (SMSL) entre los bebés que han sido alimentados con leche materna en comparación con aquellos que no lactaron. Sin embargo, para conocer realmente el porqué de estos datos, es necesario realizar labores de investigación más extensas.
Investigaciones recientes incluso aportan datos que indican que los bebés que lactaron en los primeros meses de vida, son menos propensos a ser obesos en la adolescencia y adultez. También parecen ser menos vulnerables a desarrollar tanto diabetes tipo 1 como tipo 2.
En definitiva, la leche materna posee un sinfín de ventajas, tanto físicas como psíquicas, tanto para el bebé que la consume durante los primeros meses de vida, como para la madre que lo aporta.
Mamás, ¡A disfrutar de esta fugaz etapa!
Fuentes: