La pérdida auditiva engloba diferentes trastornos en la capacidad de escucha, las causas pueden ser genéticas o ambientales, o una conjunción de ambas.

Puede afectar a algunas frecuencias (tonos agudos o graves) o ser una pérdida total, en ocasiones es temporal y en la mayoría de los casos permanente por un daño irreversible ocasionado.

¿Qué factores afectan a la pérdida auditiva?

Existen ciertos factores de riesgo que pueden afectar a la pérdida de audición y dañar el oído interno:

  • Ruidos fuertes: pueden dañar las células del oído interno, tanto por una exposición constante como ocurren en determinados trabajos (carpintería, fábricas, etc.) o por un estallido repentino, por ejemplo el de un petardo.
  • Determinadas actividades: la exposición al ruido de las turbinas de un avión puede causar pérdida inmediata y permanente de la audición. También es peligroso el ruido continuado del motor de las motos o escuchar música a un volumen demasiado alto.
  • Algunos medicamentos: ciertos fármacos empleados para el paludismo, la tuberculosis farmacorresistente o algunos tipos de cáncer, pueden causar hipoacusia, temporal o permanente, o tinnitus, una especie de zumbido en el oído.
  • Algunas enfermedades que pueden dañar la cóclea, como la meningitis o el sarampión.
  • Envejecimiento: el paso del tiempo, la pérdida progresiva de la capacidad auditiva y que se debe al deterioro producido en el sistema auditivo. Se trata de una evolución natural del canal auditivo, que va perdiendo facultades progresivamente como consecuencia del desgaste de todos los órganos en general, puede ocasionar presbiacusia.
  • Genética: existen factores genéticos que predisponen al desarrollo de la hipoacusia, ya sea en la infancia o la edad adulta.

Hipoacusias congénitas y de origen genético

En España aproximadamente un 8 % de la población tiene algún problema de audición de distinto grado que pueda afectar a una comunicación socialmente aceptable. Más de 2 millones de personas sufren hipoacusia. De los cuales, 1 de cada 10 niños y adolescentes entre las edades de 6 a 18 años ya tienen algún nivel de pérdida de audición

A diferencia de la pérdida de audición adquirida que se desarrolla en algún momento de la vida, la hipoacusia congénita está presente desde el nacimiento o poco después y, por tanto, antes de que se desarrolle el habla.

La incidencia de la sordera congénita en los países desarrollados es de 1-3 niños por cada 1.000 recién nacidos vivos. Aproximadamente el 50% de las hipoacusias se deben a factores genéticos; las causas no genéticas pueden ser:

  • Rubéola, sífilis u otras infecciones que afecten a la madre durante el embarazo.
  • Falta de oxígeno en el momento del parto.
  • Peso bajo al nacer.
  • Ictericia grave (exceso de bilirrubina en sangre) durante el período neonatal, que puede lesionar el nervio auditivo del bebé.
  • Uso inadecuado de ciertos medicamentos como aminoglucósidos, medicamentos citotóxicos, antipalúdicos y diuréticos.

Las hipoacusias de origen genético se clasifican en dos grandes grupos: sindrómicas y no sindrómicas. Se han descrito cerca de 400 síndromes genéticos en los que hay signos de pérdida auditiva entre sus síntomas, este tipo representa aproximadamente el 30% de los casos.

Las sorderas no sindrómicas, en las que la hipoacusia aparece de forma aislada, sin otra sintomatología, representa el 70% de los casos. Gracias al avance de los conocimientos científicos, hoy en día se conocen los principales genes responsables de este tipo de sordera.

En el caso de los recién nacidos es fundamental detectar en los primeros meses la presencia de alteraciones genéticas asociadas con esta condición para poder realizar un abordaje médico que permita una mejor integración del niño, mediante implante coclear o terapia del lenguaje entre otras medidas.

Cualquier tipo de pérdida de la audición, en mayor o menor grado, puede tener un impacto negativo en la calidad de vida de las personas, debido al aislamiento social que suele conllevar. Como has visto, determinado casos de pérdidas auditivas y sorderas son causadas por factores hereditarios. Saber si se tiene predisposición a padecerlas es importante para tomar medidas preventivas, encaminadas a retrasar su aparición y minimizar las consecuencias de su desarrollo.

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