
Publicación 23-09-2020
Uno de cada cinco adolescentes entre 12 y 19 años padece una pérdida de audición originada por escuchar música a un nivel demasiado alto de forma regular y durante un tiempo prolongado. La imagen de jóvenes con cascos se ha convertido en algo tan habitual que los especialistas de la audición advierten sobre las lesiones auditivas que pueden llegar a causar el uso y abuso de estos reproductores.
El primer síntoma comienza por zumbidos en el oído (acufenos) que avisan de la presencia de una lesión bien en su fase inicial o en un estado avanzado. Si esta dolencia se detecta a tiempo el problema puede ser reversible. Sin embargo, si las células del oído interno ya están muertas es señal de que ha aparecido una pérdida de audición.
La prevención es el único remedio que existe para evitar la sordera como consecuencia del empleo continuo de los reproductores de música y a un volumen muy alto. Por ello, es imprescindible concienciar tanto a los padres como a los jóvenes de su importancia y educar a estos últimos para atajar o mitigar este problema que puede empeorar con los años, cuando aparezcan masivamente las consecuencias del abuso de los auriculares.
Existe la creencia generalizada de que el elevado volumen de la música que llega a través de los auriculares es más dañino que el tiempo al que se ha estado sometido. No obstante está más que demostrado que ambos factores son igual de importantes. Así pues las lesiones auditivas pueden desencadenarse tanto por el uso prolongado en el tiempo de los auriculares como por la intensidad del volumen.
Los jóvenes parecen no darse cuenta ni del elevado volumen ni de sus consecuencias ni de que todo ello está conllevando a que se estén lesionando a ellos mismos. Para impedir que los aparatos alcancen potencias tan elevadas, podemos adquirir un mecanismo que al alcanzar un determinado nivel los pare o, por lo menos, que advierta al usuario del peligro al que están sometidos sus oídos.